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Hay que evitar el combate en lugar de vencer en él. Hay triunfos que empobrecen al vencido, pero no enriquecen al vencedor. Juan Zorrilla de San Martín
Llegamos al punto donde lo extraordinario de la cobertura de los reporter@s son los reportes en vivo, las guardias permanentes a las afueras del Servicio Médico Forense de Iguala, los selfies en la zona para demostrar que estamos en el epicentro de la noticia, o las fotos de los zapatos manchados de sangre para saber cómo vivían los muchachos.
El valor agregado de la reportería no se está midiendo por la capacidad del reporter@ para contextualizar históricamente que Guerrero lleva más de 50 años entre guerrillas, masacres, conflictos agrarios, peleas de cárteles e indígenas amagados por sicarios para sembrar y cuidar sembradíos de amapola y mariguana.
Sería autoengaño no reconocer que los periodistas también actuamos como combatientes. Justificamos acciones bélicas o comportamientos agresivos cuando sólo exploramos la superficie de lo que pasa en #Ayotzinapa.
Recuerdo que a finales del 2006, un grupo de periodistas entre los que estaba Jacinto Rodríguez, Darío Fritz y Juan Veledíaz, pasaban horas enteras en el Archivo General de la Nación. Eran tremendos investigadores de fichas de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS).
Más de una vez encontré ese brillo en sus ojos cuando tenían en sus manos reportes de espionaje, tortura y desapariciones a finales de los 60 y finales de los 8o. Muchas de ellas en Guerrero.
Jacinto me contaba de Miguel Nazar Haro (ex director de la DFS muerto en 2002) y su creación de la Brigada Blanca o el Grupo Especial, un comando encargado detener, torturar y desparecer guerrilleros con la complicidad del gobierno mexicano.
– ¿Quién más se ve afectado por este conflicto?